Tercera visita al rió Tinto en busca de formas y texturas, y tercer fracaso ya que no
damos con el sitio de esas formaciones maravillosas que parecen salidas de otro planeta,
pero como tenemos esa querencia innata, terminamos como siempre con visiones de los
bellos paisajes que íbamos encuadrando mentalmente en cada paso que dábamos por
esas formaciones rocosas, con la compañía de un fuerte olor a metal y blancas nubes sobre
un cielo azul que invitaban a inmortalizar el momento para luego poder recordar.
Como en cada visita, el río nos contó algo diferente y con una intriga misteriosa nos dejó
obligándonos pronto volver a su cauce rojo y de donde Marte parece ser.